05 noviembre 2006

IX


II


“Mi compañerina”

Así la llamaba Chemo.
Constantes muestras de amor, besos, “te quiero”… Leire era consciente de ser envidiada por las mujeres que presenciaban las efusividades de Chemo. Y más consciente aún de que jamás podría amar tanto a nadie como amaba a Chemo. Sentía con tanta intensidad que temía le explotara el corazón.

Se enfrentó a algunas “boutades” del no más listo del grupo de los amigos de Chemo: “¿Cómo le pescaste?”, a lo que Leire respondía- invariablemente y con cierto aburrimiento-: “perdona, pero fue él quien me pescó a mí”.


A una semana de la boda, los amigos de Chemo le organizaron la despedida de soltero.
Leire, al saberlo por su novio, imaginó que a ella la sorprenderían con otra despedida de soltera las chicas del grupo, pues tenía entendido que las despedidas las organizan los amigos de los novios.
Pero no hubo tal cosa para ella: sus amigas de la infancia le comentaron más tarde, en la despedida de soltera que organizaron para Irma, que pensaban que “sus nuevos amigos” le organizarían algo y, por ese motivo, ellas se abstuvieron. Nada de despedida por ese lado.

Y por el otro, tampoco.

Las esposas de los amigos de Chemo no pensaron, al parecer ni por un momento, en organizar ni celebrar nada para Leire. Ella se sintió tan desplazada, triste y aturdida, que pensó en invitar a su hermana a un pub y celebrarlo solas.

Esa noche de sábado en la que los amigos se llevaban a Chemo de tournée por los consabidos night-clubs, Leire hubo de decir a las esposas-tras ser preguntada al respecto por éstas- que si querían acompañarla a una discoteca: dijeron sí y, sobre la marcha, Leire les pagó la entrada.
Es decir: que Leire se tuvo que improvisar solita su propia despedida de soltera...



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